14 de abril de 2011

Hermosa primavera.

¿Qué tendrá la primavera que dibuja sonrisas en los adustos rostros de los políticos?

Será la luz, será el clima, serán las flores...

Desde siempre me han fascinado los políticos, no los hombres y mujeres que un día deciden dedicar sus vidas a regir (o a aspirar a regir) los asuntos públicos, sino los personajes que algunos de esos hombres y mujeres se empeñan en representar.

Como decía, parece que la primavera propicie la alegría, la complacencia y la cercanía de muchos de esos individuos cuyo genio, índole y aptitud me embelesan.

La mayoría de los ciudadanos tienen el mismo trabajo, la misma familia, los mismos amigos, las mismas aficiones,..., durante todo el año. Pero cuando llega la primavera, algún cambio debe de haberse producido en nuestro carácter porque nos salen nuevos amigos: los políticos.

Congratular, cumplimentar, abrazar, saludar, agasajar, interesar. Qué apropiados verbos para emplear entre amigos.

Y hablando de interesar, no quiero creer que la nueva amistad primaveral entre ciudadanos y políticos pueda deberse a algún interés ilegítimo más allá del compartir. 

No me gustaría pensar que los políticos, en su interpretación de gente sencilla y preocupada, buscan nuevos amigos de última hora; como aquellos abellacados compañeros de clase que saludaban durante dos semanas a los débiles de espíritu para ser votados como delegados, aunque se riesen de ellos el resto del curso. 

No quiero ni imaginar que nuestros nuevos amigos primaverales piensen que nuestros votos dependen de un saludo, ni su legitimidad de un voto cada cuatro años.

Pero si los políticos están equivocados, aprovechando que en esta primavera somos amigos, tendremos humildemente que explicarles que: la aprobación se gana en las acciones de todos los días del año, que la legitimidad es justo lo contrario de la coacción, la amenaza de la fuerza y el intercambio de favores, que el carisma no depende de un saludo, sino de las muchas páginas de la vida, y que la admiración al poder es más fiel que al personaje.

Por todo ello, quiero pensar que la inclinación afectiva mutua y espontánea entre los nuevos y los viejos amigos es producto de la primavera. Hablar de la campaña electoral sería como decir que no hay herramienta más eficaz para entender el sistema político que la necesidad de vivir de él, porque la amistad es siempre desinteresada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eo de que no haya comentarios me parece muy mal... especialmente después de poner el blog tan verde!

Claudia López Pedreño dijo...

Sí que hay comentarios, lo único es que sujetos a moderación para evitar spam. La censura aún no es lo mío.